Normativa |
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Enero
2012 |
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La exigibilidad estará basada en
la realidad de cada entidad. Desde enero de este año, las entidades financieras deben implementar lineamientos para el gobierno societario y para la gestión de riesgos. Las normas fueron oportunamente emitidas a mediados de 2011 a través de las Com. A-5201 y A-5203. El inicio de los procedimientos formales, fundamentalmente en la cuestión de gestión de riesgos, encuentra a cada entidad en situación diferente con respecto a sus colegas. Existen aquellas que ya vienen adoptando un esquema integral y otras que solamente utilizan procesos parciales o no suficientemente documentados. La preocupación de muchas de ellas es saber cuál será el criterio que utilizará la supervisión del BCRA para evaluar el grado de cumplimiento de tales lineamientos sobre control de riesgo. Al respecto cabe aclarar que la normativa siempre se refiere a “lineamientos”. En otras palabras son pautas a utilizar que deben ser adaptadas a las características particulares de cada entidad teniendo siempre presente el criterio de proporcionalidad e integridad en su aplicación. Todo el esquema de control, incluyendo el monitoreo, las pruebas de stress y las medidas para mitigar riesgos deben cubrir un enfoque integral. No constituye una sana práctica controlar riesgo por riesgo sin medir el impacto de unos sobre otros. Siempre conviene tener presente el concepto que la entidad se expone a diferentes perjuicios que pueden tener distintos orígenes pero que pueden interactuar en áreas y/o sectores diferentes. Los lineamientos difundidos abarcan transversalmente a todo el sistema financiero. Sin embargo su aplicación práctica debe mantener necesariamente un criterio de proporcionalidad ya que son muy diferentes los riesgos a que se expone un banco universal con productos generalizados y algunos de ellos sofisticados que el de una entidad pequeña con operaciones sencillas donde uno o pocos productos constituyen el núcleo de su actividad. En nuestra opinión, la exigibilidad que demandará el BCRA durante los primeros meses de aplicación estará basada en la realidad de cada entidad y en el grado de complejidad de sus operaciones. Una de las dificultades mayores percibidas durante el proceso de implementación de estos lineamientos ha sido la estructuración de las pruebas de stress o de tensión. Muchas entidades diagramaron cronogramas paulatinos de implementación que incorporan la exhibición y el análisis, previo a su utilización, con funcionarios de la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias para coordinar el trabajo a realizar con las expectativas de estos últimos. La intención es que las pruebas no sean simplemente un ejercicio a realizar periódicamente con el objetivo de cumplir con la disposición sino que constituya un elemento de trabajo que determine los planes de mitigación ante eventos de pérdidas que puedan afectar significativamente a la entidad. Será una sana práctica que la realización de estas pruebas de stress sirvan para la toma de decisiones dejando constancia de ello en la documentación respectiva. Los escenarios a plantear deben ser negativos pero posibles, tanto sistémicos como individuales y deberán disparar no sólo los planes de mitigación sino también el análisis de la suficiencia del capital económico con que cuenta la entidad financiera para hacer frente a estas situaciones, incluyendo las alternativas para su adecuación. Para ello será necesario que el Directorio defina -en uso de una sana práctica de gobierno corporativo- el nivel cuantitativo de riesgo tolerado y que sea coherente con los objetivos buscados y el plan de negocios de la entidad. En este esquema cumple un rol importante el control y la justificación de las desviaciones determinado el momento en que se disparan los planes de mitigación tal como surgen de las pruebas de stress realizadas. Teniendo presente el criterio de proporcionalidad en la aplicación de los lineamientos de gestión de riesgos, aquellas entidades cuyo bajo volumen de operaciones o la simplicidad de sus negocios así lo justifiquen deberían comenzar por la realización de análisis de sensibilidad con múltiples modificaciones de variables que incluyan no solamente cambios en los ratios utilizados sino también modificaciones en el volumen y en la composición de las carteras. En todos los casos el horizonte debería ser plurianual e incluir el impacto en el capital que tales escenarios negativos proyectan. |
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