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La profundización de un clima de
incertidumbre impacta negativamente sobre las expectativas.
Los números finales de 2011 muestran que la economía argentina
evidencia un deterioro en varios de los principales indicadores. En
particular, un déficit fiscal significativo, si se deduce la asistencia
financiera del Banco Central, Anses y otros organismos públicos; un
resultado de la cuenta corriente del balance de pagos que tiende a cero;
una disminución del tipo de cambio real; problemas en el suministro de
energía y combustible, y un persistente proceso inflacionario que no
cede.
En tal contexto, la dinámica del crecimiento económico ha ido perdiendo
vitalidad, como lo demuestran las cifras de producción y consumo
correspondientes al último trimestre del año pasado. Así, por ejemplo,
la producción industrial registró una expansión de casi 9% anual en la
primera mitad de 2011, pero su expansión se redujo a 3,4% en el último
trimestre de dicho año.
En enero del corriente año, por su parte, la producción del sector
manufacturero registró un incremento anual, según el Indec, del 2,2%, e
inferior al 1% según algunos cálculos privados. Una incidencia
importante, en tal sentido, ha sido el comportamiento del rubro
automotor, que experimentó una contracción interanual en enero del 9,6%
en la producción y del 27,7% en las exportaciones (efecto Brasil).
La desaceleración en el ritmo de actividad económica reconoce la
existencia de ciertas restricciones objetivas, tales como las trabas
para la adquisición de determinados insumos importados o los problemas
en la provisión de energía y combustibles.
Sin embargo, el efecto más importante guarda relación con la
profundización de un clima de incertidumbre que impacta negativamente
sobre las expectativas de los agentes económicos en general y de los
consumidores en particular.
En tal sentido y a manera de ejemplo, puede señalarse la indefinición
sobre el alcance que finalmente tendrá el proceso de reducción o
eliminación de los subsidios en las tarifas de los servicios públicos,
como así también la indeterminación con respecto a la evolución del
poder adquisitivo de los salarios en los próximos meses.
Está claro, de todos modos, que el objetivo inmediato del gobierno
consiste en preservar un balance positivo de divisas, por un lado, y en
recuperar solvencia fiscal, por el otro. En consecuencia, va adoptando
sucesivas medidas con tales fines pero sin que los agentes económicos
conozcan con alguna precisión cuál será el escenario definitivo.
La última propuesta significativa es la modificación de la Carta
Orgánica del Banco Central y la Ley de Convertibilidad. Por la primera,
entre otras, se amplían los objetivos del BCRA, ya que no solo debe
preservar el valor de la moneda sino también propender al desarrollo
económico y a la generación de empleo. También flexibiliza la asistencia
al Tesoro a través de una ampliación de los adelantos transitorios. Las
reformas de la Ley de Convertibilidad también permiten aumentar la
asistencia al Tesoro, al eliminar el concepto de reservas de libre
disponibilidad -que eran el excedente de las reservas con relación a la
base monetaria-.
En definitiva, es indudable que las reformas planteadas le otorgan
mayores grados de libertad a la autoridad monetaria, en especial para
asistir financieramente al Tesoro ante restricciones fiscales y el pago
de la deuda pública. Sin embargo, tal flexibilización exige una
utilización muy prudente por parte del Banco Central, en un contexto
inflacionario, por una parte, y frente a una potencial fuga de divisas
-en la actualidad reprimida temporalmente-, por la otra.
Finalmente, el complejo panorama interno encuentra un escenario
internacional algo más distendido, después del incremento del apoyo
financiero a los países europeos en problemas, también al sistema
bancario y una modesta pero sostenida recuperación de la economía
estadounidense. En tal circunstancia, se observa un reflujo de fondos
hacia las economías emergentes y, lo que es más importante para nuestro
país, un mejoramiento en el precio internacional de las materias primas
agrícolas.
Fuente: Informe Económico de Coyuntura publicado por el Consejo Profesional
de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Abril
2012.
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