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La masa de créditos al sector
privado avanza a un ritmo inferior a los depósitos
El intervencionismo y los controles han sido uno de los patrones más
nítidos de las medidas económicas adoptadas después de las elecciones
presidenciales. Al punto que hoy, para importar un repuesto de 100
dólares se necesita la firma de un Secretario de Estado. Hay
funcionarios, sin embargo, que creen que este fenómeno es transitorio y
responde al diagnóstico oficial de una terrible crisis internacional que
finalmente no se está materializando. Por ende, en la medida en que el
contexto externo refleje una lenta normalización, esperan que los
controles comiencen a relajarse.
Por supuesto que también hay señales en la dirección contraria, en el
sentido que el intervencionismo ha llegado para quedarse.
Mientras tanto, debe subrayarse que la inversión es la variable más
afectada por las decisiones adoptadas en los últimos meses. Y es la más
relevante para el crecimiento de largo plazo.
Los datos del nivel de actividad no hacen más que confirmar el escenario
de desaceleración para la primera parte de 2012. La recaudación de IVA,
descontada la inflación, ha pasado de un andarivel de 9 % de incremento
interanual en 2011 a sólo 2,4 % en el promedio móvil de tres meses hasta
febrero.
Es posible que el descenso de la tasa interés que se verifica en lo que
va del año le pueda poner un piso a la desaceleración, particularmente
en bienes de consumo durable, ayudando también a recomponer capital de
trabajo de las pymes. La tasa de interés por depósitos mayoristas se
ubica actualmente por debajo de 13 %, cuando en noviembre pasado había
hecho un pico de 23 % anual. Claro que en aquel entonces, los depósitos
en pesos crecían a un paupérrimo ritmo de 0,8 % mensual, mientras que
ahora lo hacen a un 2,6 %.
La liquidez de los bancos se recuperó rápidamente, porque además la masa
de créditos al sector privado ahora avanza a un ritmo de 1,4 % mensual,
inferior al de los depósitos. Esto puede alimentar una actitud más
agresiva de los bancos a la hora de ofrecer préstamos, con una
consiguiente reducción de las tasas de interés en ese lado del
mostrador.
A pymes y consumidores de bienes durables los puede comenzar a tapar la
sombra de la competencia desleal del sector público, absorbiendo
capacidad prestable del sistema financiero para cubrir las necesidades
de financiamiento del Tesoro Nacional.
El recorte de subsidios, que extraoficialmente se había cifrado en 25
mil millones de pesos para este año, resulta una meta cada vez más
lejana. Dada la marcha de la recaudación, para que la situación fiscal
no se agrave, el gobierno nacional debería ser capaz de mantener en
forma nominal (achicando en términos reales) los subsidios en torno a
los 75 mil millones de pesos ejecutados en 2011.
El gobierno no debería ignorar el hecho que la reforma a la Carta
Orgánica del Banco Central, ampliando la posibilidad de emitir a favor
del Tesoro Nacional, habrá de activar los temores a una aceleración
inflacionaria. Sin política fiscal estabilizadora, el tipo de cambio
quedará como única ancla, agravando los crecientes problemas de
competitividad fabril y de las economías regionales.
Es conocido que, en la Argentina, en la parte de la inversión en
máquinas (la que más directamente influye en los avances de
productividad) ha sido autofinanciada por las empresas.
La trayectoria descendente de la rentabilidad industrial (que también se
verifica en el sector agrícola) es una de las vertientes que lleva a
presumir un comportamiento muy débil de los indicadores de inversión en
2012. Pero no es el único. También influye el deterioro del llamado
“clima de negocios” y cuestiones más objetivas, como las trabas para
operar en comercio exterior y en el mercado de cambios. Esas
restricciones introducen incertidumbre acerca del tipo de bienes de
capital que podrá utilizarse para una nueva inversión, así como el
aprovisionamiento de materias primas cuando ese proyecto se ponga en
marcha. Con la aparición de un mercado cambiario llamado “paralelo” los
cálculos se complican, y la dificultad para remesar utilidades al
exterior es un riesgo que los inversores extranjeros no quieren correr.
A propósito del mercado cambiario, luego de la reciente prohibición para
extraer dólares en los cajeros automáticos del exterior a cambio de
pesos en las cuentas locales, el foco de atención se ha desplazado ahora
a la operatoria de las tarjetas de crédito.
Pero si se introducen cupos o se deriva a las gerenciadoras a buscar
divisas en otro mercado por fuera del oficial, entonces se estará
bosquejando un escenario con características más permanentes que
transitorias.
Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la
Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea.
La misma ha sido resumida para cumplir con las pautas de espacio de
nuestra revista, no alterándose el sentido del contenido dado por el
autor.
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