Economía
 
Abril 2012

¿DESVÍOS TRANSITORIOS
O PERMANENTES?

Jorge Vasconcelos

 
  La masa de créditos al sector privado avanza a un ritmo inferior a los depósitos
 

El intervencionismo y los controles han sido uno de los patrones más nítidos de las medidas económicas adoptadas después de las elecciones presidenciales. Al punto que hoy, para importar un repuesto de 100 dólares se necesita la firma de un Secretario de Estado. Hay funcionarios, sin embargo, que creen que este fenómeno es transitorio y responde al diagnóstico oficial de una terrible crisis internacional que finalmente no se está materializando. Por ende, en la medida en que el contexto externo refleje una lenta normalización, esperan que los controles comiencen a relajarse.

Por supuesto que también hay señales en la dirección contraria, en el sentido que el intervencionismo ha llegado para quedarse.

Mientras tanto, debe subrayarse que la inversión es la variable más afectada por las decisiones adoptadas en los últimos meses. Y es la más relevante para el crecimiento de largo plazo.

Los datos del nivel de actividad no hacen más que confirmar el escenario de desaceleración para la primera parte de 2012. La recaudación de IVA, descontada la inflación, ha pasado de un andarivel de 9 % de incremento interanual en 2011 a sólo 2,4 % en el promedio móvil de tres meses hasta febrero.

Es posible que el descenso de la tasa interés que se verifica en lo que va del año le pueda poner un piso a la desaceleración, particularmente en bienes de consumo durable, ayudando también a recomponer capital de trabajo de las pymes. La tasa de interés por depósitos mayoristas se ubica actualmente por debajo de 13 %, cuando en noviembre pasado había hecho un pico de 23 % anual. Claro que en aquel entonces, los depósitos en pesos crecían a un paupérrimo ritmo de 0,8 % mensual, mientras que ahora lo hacen a un 2,6 %.

La liquidez de los bancos se recuperó rápidamente, porque además la masa de créditos al sector privado ahora avanza a un ritmo de 1,4 % mensual, inferior al de los depósitos. Esto puede alimentar una actitud más agresiva de los bancos a la hora de ofrecer préstamos, con una consiguiente reducción de las tasas de interés en ese lado del mostrador.

A pymes y consumidores de bienes durables los puede comenzar a tapar la sombra de la competencia desleal del sector público, absorbiendo capacidad prestable del sistema financiero para cubrir las necesidades de financiamiento del Tesoro Nacional.

El recorte de subsidios, que extraoficialmente se había cifrado en 25 mil millones de pesos para este año, resulta una meta cada vez más lejana. Dada la marcha de la recaudación, para que la situación fiscal no se agrave, el gobierno nacional debería ser capaz de mantener en forma nominal (achicando en términos reales) los subsidios en torno a los 75 mil millones de pesos ejecutados en 2011.

El gobierno no debería ignorar el hecho que la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central, ampliando la posibilidad de emitir a favor del Tesoro Nacional, habrá de activar los temores a una aceleración inflacionaria. Sin política fiscal estabilizadora, el tipo de cambio quedará como única ancla, agravando los crecientes problemas de competitividad fabril y de las economías regionales.

Es conocido que, en la Argentina, en la parte de la inversión en máquinas (la que más directamente influye en los avances de productividad) ha sido autofinanciada por las empresas.

La trayectoria descendente de la rentabilidad industrial (que también se verifica en el sector agrícola) es una de las vertientes que lleva a presumir un comportamiento muy débil de los indicadores de inversión en 2012. Pero no es el único. También influye el deterioro del llamado “clima de negocios” y cuestiones más objetivas, como las trabas para operar en comercio exterior y en el mercado de cambios. Esas restricciones introducen incertidumbre acerca del tipo de bienes de capital que podrá utilizarse para una nueva inversión, así como el aprovisionamiento de materias primas cuando ese proyecto se ponga en marcha. Con la aparición de un mercado cambiario llamado “paralelo” los cálculos se complican, y la dificultad para remesar utilidades al exterior es un riesgo que los inversores extranjeros no quieren correr.

A propósito del mercado cambiario, luego de la reciente prohibición para extraer dólares en los cajeros automáticos del exterior a cambio de pesos en las cuentas locales, el foco de atención se ha desplazado ahora a la operatoria de las tarjetas de crédito.

Pero si se introducen cupos o se deriva a las gerenciadoras a buscar divisas en otro mercado por fuera del oficial, entonces se estará bosquejando un escenario con características más permanentes que transitorias.

Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea. La misma ha sido resumida para cumplir con las pautas de espacio de nuestra revista, no alterándose el sentido del contenido dado por el autor.