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Los pesos
se agolpan y la política oficial parece determinada a canalizarlos
en un brete cada vez más angosto.
La fuga
de capitales, intensa hasta la aplicación de los controles, jugaba
un rol ambivalente sobre la economía argentina. De un lado, restaba
recursos aplicables a la inversión, colocando la trayectoria
de la economía en un andarivel inferior al potencial (la responsabilidad
aquí es de quienes definen las reglas de juego). Pero, del otro
lado, cumplía un papel estabilizador , impidiendo una inflación
mayor a la observada. Esto porque la fuga de capitales sacaba pesos
de circulación, que eran canjeados por dólares al Banco
Central.
Con las restricciones actuales para operar en cambios, los pesos que
antes se esterilizaban por la fuga, ahora quedan dentro de la economía.
La política oficial no demuestra apuro en retirarlos de circulación,
por lo que mantiene bajas las tasas de interés, con la expectativa
de promover decisiones de consumo e inversión. Hasta ahora, las
presiones inflacionarias se mantienen en un andarivel semejante al de
2011 (pese al enfriamiento del nivel de actividad). Sin embargo, hay
riesgos hacia el verano, por la combinación de mayor emisión
destinada a cubrir baches fiscales y por una expansión más
intensa del crédito, que hasta ahora ha sido moderada por el
recorte de las líneas de argendólares.
El segmento pesos de los préstamos bancarios al sector privado
crece muy fuerte, en torno a 40 % interanual. Sin embargo, simultáneamente
están cayendo las líneas de argendólares, debido
a que las entidades pierden fondeo por el retiro de depósitos
en moneda extranjera (un subproducto de los controles quizá subestimado
por las autoridades). Transformado al tipo de cambio oficial, el stock
de créditos en dólares se ha achicado en más de
10 mil millones de pesos en los últimos doce meses.
Así, la expansión del total de créditos al sector
privado (pesos más dólares) pasa a ser algo inferior a
30 % en términos interanuales cuando se hace el cálculo
neto. Un número considerable, pero lejos de un boom, si se consideran
las tasas de interés que van devengando las operaciones preexistentes
y el avance de los precios. Pues bien, es posible que, de aquí
en adelante, la contracción de los créditos en dólares
pese cada vez menos en la estadística, haciendo que la variación
de los préstamos totales converja a la cifra observada para la
operatoria de pesos (en torno al 40 % anual). Los depósitos a
plazo fijo están aumentando a un ritmo de 50 % anual, dando combustible
a este escenario.
Si esto ocurre, el interrogante es cuanto del mayor empuje crediticio
habrá de mejorar el nivel de actividad y cuanto realimentará
las presiones inflacionarias.
Es sabido que una economía con importaciones obturadas ofrece
un caldo de cultivo ideal para que predominen las subas de precios.
Frente a eso, está el recurso de la eventual flexibilización
de las normas para importar. Pero más allá de este instrumento,
no debe olvidarse el factor fiscal. La reforma de la Carta Orgánica
de principios de año habilitó al Banco Central a emitir
en 2012 casi 75 mil millones de pesos, contabilizándolos como
incremento de Adelantos Transitorios a favor del Tesoro. Hasta principios
de octubre se han utilizado 23 mil millones de pesos de esta franquicia
y, tradicionalmente, los últimos meses de cada año son
los más intensos en gasto sin cobertura. ¿Cuánto
de los 52 mil millones de pesos disponibles será utilizado?
Sería muy útil, para moderar expectativas inflacionarias,
que el Tesoro presente un flujo de caja creíble de ejecución
del presupuesto para lo que resta del año.
En julio y agosto el gasto público nacional se ha moderado en
forma significativa, pero sacrificando partidas de obra pública.
No hay información suficiente acerca de si se trata de gastos
que se devengan pero se postergan o si efectivamente hay un cambio de
política. Se sabe también que hay reintegros a exportadores
sumamente atrasados y aparece en el horizonte la cuestión del
aguinaldo de fin de año, con un buen número de provincias
que ya enfrentaron serios problemas de liquidez en julio.
Los pesos se agolpan y la política oficial parece determinada
a canalizarlos en un brete cada vez más angosto. No sólo
está bloqueada la opción de la moneda extranjera, sino
que los últimos movimientos alrededor de los bonos provinciales
de deuda pública parecen destinados a desalentar este tipo de
opciones en materia de ahorro. Sin embargo, también hay que ver,
del otro lado del mostrador, cuales son las expectativas de familias
y empresas. Los índices de confianza del consumidor (Universidad
Di Tella) muestran caídas cercanas al 30 % respecto de la época
previa a las elecciones presidenciales. Expectativas positivas son claves
para que familias y empresas tomen buenas decisiones en materia de consumo,
inversión y ahorro, pensando en un horizonte de cinco años,
no de cinco meses. El cortoplacismo nunca es buen consejero.
Fuente: Esta publicación es propiedad del
Instituto de Estudios sobre la Realidad
Argentina y Latinoamericana (IERAL) de
Fundación Mediterránea. La misma ha
sido resumida para cumplir con las pautas
de espacio de nuestra revista, no alterándose
el sentido del contenido dado
por el autor.
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