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Se desalientan las inversiones a través del tipo de cambio oficial.
En general, las medidas destinadas
a otorgar un perdón fiscal al incumplimiento de los contribuyentes
sobrevienen luego de grandes crisis o recesiones que, al afectar la
capacidad de pago y la liquidez de empresas y familias, llevan a ese
desenlace de un modo casi natural
.
Como esta vez no es el caso, los recientes anuncios oficiales dejan
flancos débiles desde el punto de vista político, por
lo que quienes ingresen al blanqueo habrán de sufrir algún
efecto estigma. Desde ese ángulo, el momento ciertamente no es
el más adecuado.
Además, la presión tributaria es extremadamente alta,
por lo que aquellos contribuyentes que han hecho esfuerzos para mantenerse
al día tienen sobrados motivos para la queja. ¡Quizá
alguna vez algún gobierno empuje medidas destinadas a premiar
a los contribuyentes que cumplen!
Pero, como la necesidad tiene cara de hereje, la exteriorización
de capitales está en la agenda legislativa: el número
de escrituras por mes está cayendo a un ritmo del 40 % interanual,
la merma en el empleo de la construcción es del orden del 6 %
interanual en el segmento formal de trabajadores, YPF parece haber secado
las fuentes de financiamiento originadas en ahorros legales, la brecha
cambiaria sigue afectando las reservas a través de múltiples
filtraciones.
De hecho, el Banco Central sólo ha podido efectuar compras netas
de dólares por 344,3 millones en los primeros cuatro meses de
este año, cuando en igual período de 2012 había
logrado un saldo neto positivo de 5,1 mil millones de dólares,
diferencia que no es explicable por las liquidaciones de divisas de
la agroindustria, que fue pareja, del orden de los 7 mil millones de
dólares, en cada cuatrimestre.
Los principales instrumentos del blanqueo son el Bono Argentino de Ahorro
para el Desarrollo Económico (BAADE), que vence en 2016 y el
Certificado de Depósito Inmobiliario (CEDIN), que no tienen fecha
de vencimiento y que podrá ser canjeado por dólares billetes
una vez efectuada una operación inmobiliaria escritural con ese
instrumento. Dado que el gobierno aspira a incrementar las reservas
del Banco Central, es posible que promocione más enfáticamente
el BAADE, que sólo será redimido en 2016, que el CEDIN,
que una vez utilizado en el mercado inmobiliario será una cuasimoneda
convertible.
El gobierno buscará hacerlo atractivo para que circule, de modo
que sean minoría los que se presenten a canjearlo por divisas.
Pero lograr ese objetivo demandará señales de confianza
que deberán ser fuertes y permanentes.
Una vez en circulación, el BAADE debería cotizar, por
razones técnicas, a un 78 % de su paridad. Sin embargo, la presión
vendedora pueda ser fuerte al principio. En cambio, la valuación
del CEDIN (antes de certificarse una operación con escritura)
es más incierta por su naturaleza.
Llegados a este punto, cabe subrayar que el blanqueo está abriendo
la puerta a una extraordinaria paradoja: inversores legales (como era
el caso de la brasileña Vale, que reclamaba cambiar sus dólares
a una paridad blue ”para las obras planeadas) tienen que seguir
trayendo sus capitales a través del tipo de cambio oficial, a
5,20 pesos por dólar. En cambio, quien ingrese al blanqueo y
opte por los BAADE, podrá venderlos en el mercado secundario
y obtener entre 7,5 y 7,8 pesos por cada dólar. Con esto, se
desalientan las inversiones a través del tipo de cambio oficial.
En el caso del CEDIN, será necesario un grado elevado de adhesiones
para que pueda producir un impacto significativo. Según los datos
del Colegio de Escribanos de la Capital Federal, la compraventa de inmuebles
en esta ciudad canaliza 1,6 mil millones de pesos por mes, o sea, 160
millones de dólares al tipo de cambio “blue”, siendo
que CABA quizá represente el 40 % del total del mercado. Si esta
estimación es correcta, un blanqueo de 1000 millones de dólares
a través de CEDIN representaría el equivalente a 2 meses
y medio de compraventa de inmuebles del total del país.
Este título podría tener un efecto de mayor alcance sólo
en la medida en que permanezca circulando y sus titulares no utilicen
su derecho a acceder a dólares de las reservas del Banco Central
una vez que esté certificado. Para esto, la paridad debería
ser superior al 100 %, el título debería servir como garantía
para créditos en pesos y, sobre todo, no debería haber
ninguna duda acerca de su convertibilidad.
Esta claúsula del CEDIN es lo que hace presumir que el gobierno
termine tratando de promover con más énfasis el BAADE.
Pero el vencimiento de este segundo título, después del
actual mandato presidencial, puede afectar la magnitud de las adhesiones.
Respecto de la evolución de las reservas, habrá que ver
que prevalece: si el aliento al ingreso del dólar blanqueo”,
a una eventual paridad de 7,5 a 7,8 pesos, o el desaliento que se produce
para los dólares legales destinados a la inversión, a
los que sólo se reconoce un valor de 5,20 pesos.
Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea. |