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Los líderes detectan la dirección del viento y deciden
qué hacer con las velas. Aunque parezcan una sentencia indiscutible,
en efecto, las crisis, como los otros problemas que nos presenta la
vida, también son subjetivas. Es decir, que toman la dimensión
sobre nuestros actos y decisiones que estemos dispuestos a otorgarles.
En el marco de la PNL (Programación Neuro-lingüística)
se les denomina “creencias” a la manera como solemos percibir
los hechos e incluso a nosotros mismos frente a ellos.
Constituyen nuestra particular forma de ver el mundo y accionan directamente
sobre nuestra manera de reaccionar a lo que nos sucede. De modo tal,
que un mismo suceso, provocará diferentes reacciones en las personas,
dependiendo qué creen respecto de ello.
Por ejemplo, si Usted cree que los compañeros de trabajo suelen
ser rivales encubiertos, quizás se enfade la próxima vez
que alguno de ellos olvide saludarlo. Independientemente de qué
ocasionó este acto en él, ya estará surtiendo en
usted un efecto desagradable que además de enfurecerlo por algunas
horas, estará confirmando su creencia. Aquí entonces se
ve el circuito: nuestras creencias nos llevan a interpretar los hechos
de modo tal que se confirme lo que creemos.
Y quizás tenga razón, nadie lo cuestiona. El punto es
que a veces no es así, o mejor aún, deberíamos
intervenir lo que creemos más a menudo con el propósito
de seleccionar las creencias que nos beneficien. Siguiendo el ejemplo
anterior, la próxima vez que no lo saluden en su lugar de trabajo
pruebe pensar: “
Quizás tuvo una mala noche”
y seguramente se sentirá menos mal.
Por este mecanismo, muchas veces somos los provocadores innecesarios
de nuestras realidades, porque las creemos, porque las alimentamos y
porque buscamos inconcientemente que nos sucedan las cosas que vaticinamos
–nos da seguridad-.
Las creencias como orientadores, nos llevan a obtener aquello que creemos
será mas probable. Numerosas personas de éxito declaran
en sus biografías que fueron capaces de lograr algo mas allá
de las posibilidades que auguraba su entorno por no saber que era imposible.
Tal es el caso de Ted Turner o Henry Ford. En otras palabras, las situaciones
son fáciles o difíciles con relación a cuánto
de simple o complicado nos parezca de antemano.
Reinterpretamos permanentemente nuestra realidad.
Estadísticamente las personas que se consideran mas afortunadas
por sus pares no se sorprenden con estos comentarios: rara vez atribuyen
a la suerte los logros obtenidos con sacrificios bien orientados, porque
la clave es justamente ésta: “cómo oriento los esfuerzos”.
¿Lo creo posible? ¿Depende de mí o de la voluntad
de terceros? ¿Debo tener un entorno favorable?
La diferencia es la motivación y el compromiso que genera creer
una cosa o la otra. Si por ejemplo inicio un proyecto pero creo que
de mi sólo depende un 50%, será factible el logro en un
50%. Si en cambio prefiero pensar que depende en un ciento por ciento
de mi, se repite la relación. Esto no quiere decir que todos
nuestros proyectos terminen en éxito cuando creemos en nosotros,
sino que multiplica infinitamente las probabilidades que así
suceda.
De la misma manera, el líder cree que las crisis tienen mayor
o menor impacto en la motivación de su gente. Y dependiendo de
cuánto sea para él de importante el entono (sin dejar
de tenerlo en cuenta, claro está) será mas o menos vulnerable
a la inestabilidad general que en gran medida puede ser atribuida a:
a) La porción de la información a la que tenga acceso
que a veces puede ser tendenciosa o,
b) Las otras personas y empresas que utilizan las “crisis”
para justificar sus errores y en muchos casos, los fracasos.
Usted puede decidir de que lado estar. Lo que cambió es el escenario
y los obstáculos.
Los líderes no se presentan como víctimas. Los líderes
detectan la dirección del viento y deciden qué hacer con
las velas. Los líderes no se arrojan al agua ante una previsión
de tormenta: prefieren enfrentarla y descubrir con buen tino el grado
de dificultad que la misma presentará y prepararse para mas de
un desenlace.
En cualquier caso, los líderes, formados o naturales, son seguidos
por otras personas y asumen esta responsabilidad. Pero además,
saben llevar sus vidas entendiendo que de tanto en tanto las crisis
vienen a recordarnos quiénes somos, porque es en ellas donde
surge nuestro verdadero “yo”.
La mayoría de mis clientes me ha mencionado que la crisis financiera
afectó mas la esfera emocional de sus empleados y clientes que
en lo concreto. Pero cuidado, que esto puede acarrear decisiones que
sí nos lleve a una crisis de verdad.
Las crisis no son sencillas de transitar, sin embargo, la flexibilidad
y sistemas de creencias con que nos sorprende hará la diferencia
entre ganar experiencia o sucumbir a la derrota
* Consultora Pep Talk.
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