Economía |
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Marzo - Abril 2014 |
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DOS MODELOS EN LATINOAMERICA |
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Por Marcelo Capello |
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Políticas y estrategias económicas que llevan a situaciones muy diferentes.Entre las principales características políticas y económicas en la América Latina de la última década, merecen destacarse la preponderancia de los gobiernos de centro e izquierda y la existencia de un contexto externo muy favorable para los países productores de materias primas y minerales, como son mayoritariamente los de la región. Esta última característica sin dudas coadyuvó a que los países latinoamericanos crecieran 4,1% anual promedio entre 2003 y 2012, cuando lo habían hecho al 2,5% anual entre 1993 y 2002. No obstante, entre sus administraciones de gobierno se han destacado estrategias y estilos bien disímiles. Si bien todos ellos se han preocupado por las variables sociales (entre otras decisiones, creando planes similares a la Asignación Universal por Hijo de Argentina), han existido algunas visiones más amigables para con el rol de los empresarios y los mercados privados, y asimismo más preocupadas por la calidad institucional y la competitividad e inserción externa de sus economías (caso de Chile, Brasil, Perú, Uruguay, entre otros), mientras existieron otros casos en que predominó una estrategia menos favorable para los mercados privados y además poco preocupada por los problemas institucionales, la competitividad y la inserción externa (casos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, entre otros). Argentina, a su vez, en los últimos años ha ido variando su estrategia, dirigiéndola cada vez más hacia las características del segundo grupo de países. En este segundo grupo ha sido común una importante intervención gubernamental en los mercados, en algunos casos distorsionando fuertemente los precios relativos, como los de la energía, así como se han observado algunas estatizaciones de empresas y se ha mostrado escaso interés por la inserción externa de sus economías. En materia política, han resultado comunes las reformas institucionales para habilitar reelecciones o estrategias de alternancia en la cúspide del poder que en los hechos significaron la continuidad de un mismo modelo político y económico. Si bien en ambos tipos de estrategias existió preocupación por la situación social, el segundo grupo de países se caracterizó por un discurso mucho más marcado en materia de redistribución de ingresos, a priori favorable hacia los estratos de menores recursos de la población. Pasada más de una década con gobiernos con tales características, vale la pena repasar algunos resultados alcanzados. En materia de crecimiento anual del PIB, en el período 1998 – 2012 (se toma dicho año de inicio para así evitar hacerlo desde el fondo de las crisis de principios de la década del 2000) se tiene que ha sido Perú el de mayor suba del PIB (5,3% anual), seguido bastante atrás por Chile (3,8), Bolivia (3,7), Colombia y Ecuador (3,6), Argentina (3,5, datos de INDEC) y Brasil (3,2). Luego viene otro lote de países con menor crecimiento anual, integrado por Uruguay (2,8), Venezuela (2,7), México (2,6) y Paraguay (2,4). Se debe aclarar, no obstante, que utilizando datos de PIB alternativos a los de INDEC entre 2007 y 2012, se tendría que en Argentina la tasa de crecimiento 1998 – 2012 habría sido apenas superior al 2% anual, la menor entre los países antes citados. En realidad, lo que destaca a Argentina y Venezuela es una fuerte suba del PIB entre 2003 y 2007 (8,6% y 11,7% anual, respectivamente) y una expansión mucho más acotada entre 2008 y 2012 (2,7% y 1,2%). Chile y Perú, en cambio, crecieron más parejo en ambos subperíodos (5,2% y 4,0% en el caso de Chile, y 7,1% y 5,7% en Perú). Existe un correlato, pero a la inversa, con la tasa de inflación: mientras Argentina y Venezuela mostraron menos inflación entre 2003 y 2007 (8,1% y 13,8% anual promedio, respectivamente) que entre 2008 y 2012 (22,0% y 26,4%), en Chile y Perú en ambos subperíodos la suba de precios se ubicó siempre por debajo del 3% anual. En rigor, los únicos países entre los antes señalados con inflación de dos dígitos en más de un año en los últimos diez han sido Argentina y Venezuela. Claramente existió un modelo muy expansivo por el lado de la demanda en estos dos últimos países, que aprovechando el buen contexto externo generaron inicialmente altas tasas de crecimiento del PIB, pero cuyo proceso devino posteriormente inflacionario y con pérdidas de competitividad, lo que terminó afectando el ritmo de la producción desde 2008. Así, no pudieron sostener la expansión a largo plazo, al caer en problemas inflacionarios, pérdida de competitividad y finalmente problemas de balanza de pagos y reservas internacionales. Resulta interesante analizar lo ocurrido con la Tasa de Pobreza en estos cuatro países, en que tres de ellos (Chile, Venezuela y Perú) han mostrado tradicionalmente una deficiente distribución del ingreso. Un buen punto de partida es 1999, en que asume Hugo Chávez en Venezuela, en cuyo año la tasa de pobreza se ubicaba en alrededor del 49% de la población en Venezuela y Perú, 30% en Argentina y alrededor del 20% en Chile. Con las crisis de 2001-2003 los guarismos llegan al 55% en Argentina y Perú, y al 62% en Venezuela, mientras Chile seguía con su lenta pero persistente reducción de la tasa de pobreza, proceso iniciado con el regreso a la democracia a comienzos de los noventa. A mediados de la década del 2000 la pobreza caía en los cuatro países, pero más rápido en Argentina y Venezuela, donde como se adelantó crecía también más rápido la producción. Pero la tasa de pobreza prácticamente dejó de bajar en Argentina y Venezuela a partir de 2008, coincidentemente con la suba de la inflación, mientras en Perú dicho guarismo social seguía descendiendo a buen ritmo, y más lentamente en Chile. Se llega así al año 2012 con alrededor del 25% de la población bajo la línea de pobreza en Venezuela, Perú y Argentina. En este último caso, una medición alternativa a la del INDEC, pues el organismo oficial informa niveles de pobreza inferiores al promedio de la OCDE, inclusive menores a los de Francia o Alemania (aun cuando no se trata de la misma metodología de medición, resulta poco creíble el dato local). Es conocido que en 2013 subió fuertemente la inflación en Venezuela, y su tasa de pobreza se ubicó en 28%, mientras en Argentina en 26%. No existen aún datos oficiales para Perú y Chile en 2013, pero con tasas de crecimiento del PIB en dichos países del 6,3% y 5,6% anual, respectivamente, lo más probable es que nuevamente haya bajado la proporción de la población bajo la línea de la pobreza, a menos de 25% en Perú, y a menos de 14% en Chile. Es conocido también que en 2014 siguen los problemas económicos y sociales en Venezuela y que subió algunos escalones la inflación en Argentina, tras la devaluación de enero pasado, de modo que lo más probable es que en estos dos países empeore la situación social en el año en curso, alejándose ya más claramente de los guarismos de Chile y Perú. Ocurre que estos dos países siguen con su senda de crecimiento, mientras Argentina y Venezuela están inmersos en procesos de ajuste (suba del tipo de cambio, inflación, caída de salarios reales), que normalmente suelen afectar inicialmente a las variables sociales.
En definitiva, si bien en el discurso oficial de Argentina y Venezuela
se ha enfatizado mucho en la necesidad de mejorar las condiciones sociales
de la población, la estrategia económica elegida por ambos
parece no surtir el mejor efecto al respecto, al menos si se compara
con algunos otros países latinoamericanos que con estrategias
económicas más favorables al desarrollo de la economía
de mercado, más respetuosas de la calidad institucional y la
seguridad jurídica, y más preocupados por su inserción
externa, vienen cosechando buenos resultados en sus objetivos de mejorar
la calidad de vida de la población.
* Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea.
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