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Sin acceso
a financiamiento externo las perspectivas económicas se orientan
en el sentido de un desmejoramiento del escenario en los próximos
meses.
A
medida que transcurren las semanas se hace cada vez más evidente
que se alejan las posibilidades de alcanzar un acuerdo negociado con
los holdouts, en el marco del juicio desarrollado en jurisdicción
de New York en el tribunal del juez Griesa. En la medida que el gobierno
argentino se niega a reconocer la sentencia del juez –que obliga
a pagar el 100% de sus acreencias a los holdouts que realizaron el juicio–,
tampoco han podido cobrar los bonistas reestructurados y, en consecuencia,
la economía argentina se encuentra en situación de default
selectivo o parcial (dado que hay bonos que pueden seguir pagándose
normalmente).
Con posterioridad, el gobierno argentino estableció la posibilidad
de que los bonistas que aceptaron los canjes de 2005 y 2010, puedan
cobrar en nuestro país y eventualmente, que acepten un cambio
de jurisdicción legal (las mismas condiciones son ofrecidas a
los holdouts). Por cierto, tales opciones requieren para su perfeccionamiento
la voluntad expresa de los acreedores, circunstancia que ya sea por
razones normativas –fondos, por ejemplo, que no pueden aceptar
jurisdicciones distintas a las de su propio país– o por
el riesgo involucrado al optar por la jurisdicción argentina,
no parece que pueda tener una aceptación masiva.
Por lo tanto, la situación de default hace que la economía
argentina continúe, al menos temporalmente, alejada del acceso
a las fuentes de financiamiento internacional, a pesar de los acuerdos
previos que se habían alcanzado en el Ciadi, con Repsol y con
el Club de París, precisamente para destrabar las restricciones
en el mercado financiero externo.
En tales condiciones, hay que adaptar el funcionamiento de la economía
a una insuficiencia de divisas, expresada en una disminución
significativa de las reservas internacionales del Banco Central y en
un achicamiento del superávit del comercio exterior por caída
de las exportaciones –bajaron 10% en los primeros siete meses
del año–. En tal contexto se acentúan las restricciones
a las importaciones, con el consiguiente impacto sobre el nivel de actividad
de varios sectores productivos.
Los indicadores señalan, precisamente, un deterioro del nivel
de actividad a medida que transcurre el año, con mayor impacto
en los sectores productores de bienes –industria y construcción–
y en los servicios más vinculados a los mismos, transporte y
comercio, por ejemplo. Estimaciones no oficiales muestran una reducción
del nivel general de actividad algo superior al 1% en el acumulado enero/julio
y mayor al 2% cuando se anualizan los datos al mes de julio.
Consecuentemente también tienden a agudizarse las señales
negativas en el mercado laboral, tanto por el lado del nivel de ocupación
como en la evolución del poder adquisitivo del salario. En el
segundo trimestre del año se observó que la tasa de desocupación
general aumentó a 7,5% (0,3% más que en igual periodo
de 2013) y que en la industria la cantidad de obreros ocupados cayó
2,0% y las horas trabajadas, 3,3%.
Por otro lado y dado que la tasa de inflación se sostiene en
un nivel muy elevado –cercano al 40% anual según el IPC
-Congreso-, el nivel general de salarios experimenta una caída
del 4,6% anual en términos reales al mes de junio y en el sector
industrial, del 8,9% anual en el segundo trimestre.
Estas circunstancias, sumadas a la cantidad de suspensiones, adelanto
de vacaciones y otras restricciones, están generando un clima
de creciente conflictividad laboral, que se amplía cuando hay
divisiones al interior del movimiento sindical.
El panorama fiscal también muestra signos de deterioro creciente
en la primera mitad del año, considerando que el gasto público
(excluyendo intereses de la deuda) aumenta 44% en términos interanuales,
en tanto que los ingresos tributarios lo hacen al 35%. En consecuencia,
el financiamiento extratributario –vía Banco Central y
Anses fundamentalmente– casi se ha triplicado y explica más
del 20% del incremento de los ingresos fiscales en el período.
Sin tal apoyo financiero adicional el déficit primario ascendería
a casi $ 50.000 millones en los primeros seis meses del año.
En definitiva, sin acceso a financiamiento externo las perspectivas
económicas se orientan en el sentido de un desmejoramiento del
escenario en los próximos meses. Esto incluye una profundización
en la caída del nivel de actividad y, por lo tanto, dificultades
crecientes en el mercado laboral. Además, si el gobierno decidiera
aplicar medidas compensatorias aumentando aún más el gasto
público, el déficit fiscal financiado con mayor emisión
monetaria podría impulsar niveles crecientes de inflación
y exacerbar la demanda de divisas.
Evolución
del balance comercial
En julio último tanto las exportaciones como las importaciones
exhibieron bajas significativas, en mayor medida las importaciones con
su caída interanual de 16%, frente a una reducción de
9% en las exportaciones. El superávit de u$s 803 millones alcanzado
en julio representó un aumento de 114% con respecto al logrado
en igual mes de 2013, siendo el segundo mes en lo que va del año
(después de junio) con un aumento interanual.
El flujo de comercio exterior del país presentó en el
acumulado a julio último un monto total de u$s 82.515 millones,
inferior en 9,4% al de igual período de 2013. El origen de esa
variación estuvo tanto en la reducción de las exportaciones
en 10%, como en la baja de las importaciones en 9%, variaciones que
reflejaron casi exclusivamente la caída de los volúmenes
comerciados.
En efecto, en el citado lapso la disminución interanual de las
exportaciones, las cuales sumaron u$s 43.501 millones, respondió
a bajas de 9% en los volúmenes físicos y de 1% en los
precios, mientras que en las importaciones se registraron disminuciones
de 8% en las cantidades y de 1% en los precios.
En los primeros siete meses del año el saldo comercial resultó
positivo en u$s 4.487 millones, implicando una reducción de 19%
con relación al mismo lapso de 2013.
Considerando la evolución de los grandes rubros de exportación
en el período, se destacó la disminución relativa
de 26% en productos primarios –a raíz de menores cantidades
y precios–, acompañada por una baja de 13% en manufacturas
de origen industrial (MOI) y un incremento de 8% en manufacturas de
origen agropecuario (MOA).
En el caso de los grandes rubros de importación sobresalieron
las reducciones en automotores de pasajeros (-40%), piezas y accesorios
para bienes de capital (-17%) y bienes de consumo (-10%), en todos estos
rubros debido a las caídas de los volúmenes. Resultó
menor la reducción en bienes intermedios (-4%), en tanto que
se observó una suba de 6% en la compra de bienes.
A nivel de productos y tomando los siete primeros meses, los principales
bienes de exportación en valor absoluto fueron harinas y pellets
de soja, porotos de soja, automóviles, aceite de soja, maíz,
petróleo crudo, piedras y metales preciosos, biodiesel y productos
plásticos.
Asimismo, los principales productos de importación resultaron
los vehículos para transporte de personas y mercancías,
circuitos impresos con componentes eléctricos, gas natural licuado,
gas oil, fuel oil, partes para aparatos eléctricos de telefonía,
partes y accesorios de carrocerías, mineral de hierro y aceites
crudo de petróleo.
Comparando ambos períodos de 2013 y 2014, interesa observar cuáles
productos son los que tuvieron mayores diferencias en valor absoluto.
Las exportaciones que mayor dinamismo presentaron fueron las de harina
y pellets de soja (u$s 1.533 millones más), porotos de soja (639
mill.), biodiesel (185 mill.) y mineral de cobre (101 mill.). Inversamente,
se registraron menores ingresos por exportación de maíz
en grano (u$s 2.937 millones menos), automóviles (725 mill.),
sorgo granífero (309 mill.) y trigo duro (271 mill.).
Entre los rubros que tradicionalmente presentan un significativo saldo
negativo en su comercio exterior, debe mencionarse a las partes de automotores,
el cual en lo que va del corriente año disminuyó su cuantía,
paralelamente a la menor producción local de las empresas terminales.
El comercio energético, a su vez, prosiguió como en los
años recientes mostrando un importante déficit, el cual
ascendió en el período enero-julio a u$s 4.222 millones,
monto superior en 7% interanual, a raíz de caídas de 15%
en las exportaciones y de 3% en las importaciones.
Informe
Económico de Coyuntura - Septiembre de 2014 - Consejo Profesional
de ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires
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