Coyuntura
 

Septiembre - Octubre 2014

EL DETERIORO DE LOS INDICADORES ECONÓMICOS Y LAS PERSPECTIVAS POST-DEFAULT

 

 
 

Sin acceso a financiamiento externo las perspectivas económicas se orientan en el sentido de un desmejoramiento del escenario en los próximos meses.

A medida que transcurren las semanas se hace cada vez más evidente que se alejan las posibilidades de alcanzar un acuerdo negociado con los holdouts, en el marco del juicio desarrollado en jurisdicción de New York en el tribunal del juez Griesa. En la medida que el gobierno argentino se niega a reconocer la sentencia del juez –que obliga a pagar el 100% de sus acreencias a los holdouts que realizaron el juicio–, tampoco han podido cobrar los bonistas reestructurados y, en consecuencia, la economía argentina se encuentra en situación de default selectivo o parcial (dado que hay bonos que pueden seguir pagándose normalmente).

Con posterioridad, el gobierno argentino estableció la posibilidad de que los bonistas que aceptaron los canjes de 2005 y 2010, puedan cobrar en nuestro país y eventualmente, que acepten un cambio de jurisdicción legal (las mismas condiciones son ofrecidas a los holdouts). Por cierto, tales opciones requieren para su perfeccionamiento la voluntad expresa de los acreedores, circunstancia que ya sea por razones normativas –fondos, por ejemplo, que no pueden aceptar jurisdicciones distintas a las de su propio país– o por el riesgo involucrado al optar por la jurisdicción argentina, no parece que pueda tener una aceptación masiva.

Por lo tanto, la situación de default hace que la economía argentina continúe, al menos temporalmente, alejada del acceso a las fuentes de financiamiento internacional, a pesar de los acuerdos previos que se habían alcanzado en el Ciadi, con Repsol y con el Club de París, precisamente para destrabar las restricciones en el mercado financiero externo.

En tales condiciones, hay que adaptar el funcionamiento de la economía a una insuficiencia de divisas, expresada en una disminución significativa de las reservas internacionales del Banco Central y en un achicamiento del superávit del comercio exterior por caída de las exportaciones –bajaron 10% en los primeros siete meses del año–. En tal contexto se acentúan las restricciones a las importaciones, con el consiguiente impacto sobre el nivel de actividad de varios sectores productivos.

Los indicadores señalan, precisamente, un deterioro del nivel de actividad a medida que transcurre el año, con mayor impacto en los sectores productores de bienes –industria y construcción– y en los servicios más vinculados a los mismos, transporte y comercio, por ejemplo. Estimaciones no oficiales muestran una reducción del nivel general de actividad algo superior al 1% en el acumulado enero/julio y mayor al 2% cuando se anualizan los datos al mes de julio.

Consecuentemente también tienden a agudizarse las señales negativas en el mercado laboral, tanto por el lado del nivel de ocupación como en la evolución del poder adquisitivo del salario. En el segundo trimestre del año se observó que la tasa de desocupación general aumentó a 7,5% (0,3% más que en igual periodo de 2013) y que en la industria la cantidad de obreros ocupados cayó 2,0% y las horas trabajadas, 3,3%.

Por otro lado y dado que la tasa de inflación se sostiene en un nivel muy elevado –cercano al 40% anual según el IPC -Congreso-, el nivel general de salarios experimenta una caída del 4,6% anual en términos reales al mes de junio y en el sector industrial, del 8,9% anual en el segundo trimestre.

Estas circunstancias, sumadas a la cantidad de suspensiones, adelanto de vacaciones y otras restricciones, están generando un clima de creciente conflictividad laboral, que se amplía cuando hay divisiones al interior del movimiento sindical.

El panorama fiscal también muestra signos de deterioro creciente en la primera mitad del año, considerando que el gasto público (excluyendo intereses de la deuda) aumenta 44% en términos interanuales, en tanto que los ingresos tributarios lo hacen al 35%. En consecuencia, el financiamiento extratributario –vía Banco Central y Anses fundamentalmente– casi se ha triplicado y explica más del 20% del incremento de los ingresos fiscales en el período. Sin tal apoyo financiero adicional el déficit primario ascendería a casi $ 50.000 millones en los primeros seis meses del año.

En definitiva, sin acceso a financiamiento externo las perspectivas económicas se orientan en el sentido de un desmejoramiento del escenario en los próximos meses. Esto incluye una profundización en la caída del nivel de actividad y, por lo tanto, dificultades crecientes en el mercado laboral. Además, si el gobierno decidiera aplicar medidas compensatorias aumentando aún más el gasto público, el déficit fiscal financiado con mayor emisión monetaria podría impulsar niveles crecientes de inflación y exacerbar la demanda de divisas.

Evolución del balance comercial
En julio último tanto las exportaciones como las importaciones exhibieron bajas significativas, en mayor medida las importaciones con su caída interanual de 16%, frente a una reducción de 9% en las exportaciones. El superávit de u$s 803 millones alcanzado en julio representó un aumento de 114% con respecto al logrado en igual mes de 2013, siendo el segundo mes en lo que va del año (después de junio) con un aumento interanual.

El flujo de comercio exterior del país presentó en el acumulado a julio último un monto total de u$s 82.515 millones, inferior en 9,4% al de igual período de 2013. El origen de esa variación estuvo tanto en la reducción de las exportaciones en 10%, como en la baja de las importaciones en 9%, variaciones que reflejaron casi exclusivamente la caída de los volúmenes comerciados.

En efecto, en el citado lapso la disminución interanual de las exportaciones, las cuales sumaron u$s 43.501 millones, respondió a bajas de 9% en los volúmenes físicos y de 1% en los precios, mientras que en las importaciones se registraron disminuciones de 8% en las cantidades y de 1% en los precios.

En los primeros siete meses del año el saldo comercial resultó positivo en u$s 4.487 millones, implicando una reducción de 19% con relación al mismo lapso de 2013.

Considerando la evolución de los grandes rubros de exportación en el período, se destacó la disminución relativa de 26% en productos primarios –a raíz de menores cantidades y precios–, acompañada por una baja de 13% en manufacturas de origen industrial (MOI) y un incremento de 8% en manufacturas de origen agropecuario (MOA).

En el caso de los grandes rubros de importación sobresalieron las reducciones en automotores de pasajeros (-40%), piezas y accesorios para bienes de capital (-17%) y bienes de consumo (-10%), en todos estos rubros debido a las caídas de los volúmenes. Resultó menor la reducción en bienes intermedios (-4%), en tanto que se observó una suba de 6% en la compra de bienes.

A nivel de productos y tomando los siete primeros meses, los principales bienes de exportación en valor absoluto fueron harinas y pellets de soja, porotos de soja, automóviles, aceite de soja, maíz, petróleo crudo, piedras y metales preciosos, biodiesel y productos plásticos.

Asimismo, los principales productos de importación resultaron los vehículos para transporte de personas y mercancías, circuitos impresos con componentes eléctricos, gas natural licuado, gas oil, fuel oil, partes para aparatos eléctricos de telefonía, partes y accesorios de carrocerías, mineral de hierro y aceites crudo de petróleo.

Comparando ambos períodos de 2013 y 2014, interesa observar cuáles productos son los que tuvieron mayores diferencias en valor absoluto. Las exportaciones que mayor dinamismo presentaron fueron las de harina y pellets de soja (u$s 1.533 millones más), porotos de soja (639 mill.), biodiesel (185 mill.) y mineral de cobre (101 mill.). Inversamente, se registraron menores ingresos por exportación de maíz en grano (u$s 2.937 millones menos), automóviles (725 mill.), sorgo granífero (309 mill.) y trigo duro (271 mill.).

Entre los rubros que tradicionalmente presentan un significativo saldo negativo en su comercio exterior, debe mencionarse a las partes de automotores, el cual en lo que va del corriente año disminuyó su cuantía, paralelamente a la menor producción local de las empresas terminales.

El comercio energético, a su vez, prosiguió como en los años recientes mostrando un importante déficit, el cual ascendió en el período enero-julio a u$s 4.222 millones, monto superior en 7% interanual, a raíz de caídas de 15% en las exportaciones y de 3% en las importaciones.

 

Informe Económico de Coyuntura - Septiembre de 2014 - Consejo Profesional de ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires