Economía
 
Agosto 2012

RESTRICCIONES Y DEBILIDADES DE LA POLÍTICA ECONÓMICA

 

 
 

Las expectativas tienden hacia una visión poco favorable con respecto a la posibilidad de afirmar un sendero de crecimiento productivo y equilibrios macroeconómicos.

La expresión cuantitativa de lo que está sucediendo con la economía argentina señala la existencia de trayectorias negativas en varios aspectos relevantes, entre los cuales pueden destacarse los siguientes:

• un proceso inflacionario significativo que acumula varios años y cada vez adquiere un carácter más autónomo;
• como consecuencia de lo anterior, una importante caída en la paridad cambiaria real y, por lo tanto, en el nivel de competitividad de los sectores transables;
• la pérdida del superávit de divisas, medida a través del saldo de la cuenta corriente del balance de pagos;
• el tránsito de una situación de superávit fiscal a una de déficit fiscal genuino (esto es, sin considerar el financiamiento del Banco Central, la Anses y otros organismos públicos);
• un intenso proceso de fuga de capitales, frente al deterioro cambiario como consecuencia de la inflación;
• la reversión hacia valores negativos de la ecuación energética, y finalmente
• una rápida desaceleración productiva, que afecta a sectores importantes de actividad.

Si bien algunos de estos problemas se manifiestan desde hace un tiempo más prolongado, su convergencia en los últimos meses ha generado un cuadro de situación bien distinto al que la economía argentina había transitado desde la salida del colapso de la convertibilidad.

Frente a este panorama, el gobierno reacciona adoptando medidas puntuales, con un sesgo hacía la intervención de los mercados –el caso cambiario es el más visible– que procura impedir o limitar compulsivamente las decisiones de los agentes económicos. Tal intervención impacta significativamente sobre las expectativas económicas y generan una situación de alta incertidumbre sobre los acontecimientos futuros.

Tal incertidumbre también obedece a la carencia de instrumentos anticíclicos tradicionales, tales como la aplicación de políticas fiscales, monetarias y cambiarias, que podrían revertir la acelerada caída del nivel de la actividad en el corto y mediano plazo. Ello es consecuencia del uso de dichos instrumentos en los últimos años, en circunstancias que la economía argentina transitaba un sendero de expansión productiva prácticamente sin procedentes.

En la actualidad, la posibilidad de expandir el gasto público con fines reactivantes luce contradictoria con la situación de déficit fiscal ya existente, en particular si es financiado, como es el caso actual, con emisión monetaria. Y mucho menos para las provincias que no tienen capacidad de emisión ni acceso fluido al sistema financiero.

Tampoco la política monetaria tiene capacidad para modificar la situación, si se considera que la tasa de interés es ya fuertemente negativa. Además, no hay ninguna evidencia que permita inferir que el manejo de la tasa de interés pueda dinamizar proyectos de inversión o impulsar el consumo.

En cuanto a la intención de elevar el tipo de cambio real para alentar exportaciones y sustituir importaciones, para reactivar los sectores productores de bienes transables –la industria principalmente– se enfrenta al riesgo de exacerbar el proceso inflacionario antes que tenga efectos sobre la producción. Mientras tanto la brecha cambiaria aumenta y amenaza con incorporar eventuales efectos inflacionarios adicionales.

En definitiva, en tal contexto de carencia de políticas anticíclicas la formación de expectativas juega un rol determinante en las decisiones económicas y, en la actualidad, tales expectativas tienden a inclinarse hacia una visión poco favorable con respecto a la posibilidad de afirmar un sendero de crecimiento productivo y equilibrios macroeconómicos.

En todo caso y en el corto plazo, los principales mecanismos de apoyo podrían provenir de factores exógenos como son la cotización de la soja y otros co commodities agrícolas en el mercado mundial, por un lado, y las perspectivas de una recuperación –si bien moderada– de la economía brasileña en la segunda mitad del año, por el otro.

Fuente: Informe Económico de Coyuntura – CPCECABA - Agosto 2012