Economía
 
Septiembre - Octubre 2013

LA AGENDA ELECTORAL, A
CONTRAMANO DE LAS
URGENCIAS ECONOMICAS.

Por: Jorge Vasconcelos

 
 

Los “fríos números” de la economía marcan que el fuerte aumento del consumo detectado por las cuentas nacionales sólo puede ser explicado por el uso de ahorros preexistentes.

uando el oficialismo logró el resultado apabullante de 2011, el consumo privado representaba un 65,27 % del PIB. Esa variable ahora llegó a 68,22 % del PIB. ¡ Tres puntos del PIB más que en 2011!.

En términos del valor agregado de la economía, el consumo está en un nivel record.

¿Cómo se explica entonces el cambio de preferencias del electorado?

Probablemente, por una combinación de factores: a) por un lado, han pasado a influir consideraciones no estrictamente económicas; b) por otro, la población puede haber comenzado a percibir que es la misma política económica la que amenaza logros alcanzados.

Hay muchos indicios que pueden entrar en ese catálogo, tanto en el mercado cambiario como en el de trabajo.

En este sentido juega el carácter ambivalente de la inflación. Hasta cierto punto, la subida de precios hace que aceleremos decisiones de consumo, para ganarle a las remarcaciones, fenómeno que durante un tiempo opera como una droga y genera la ilusión de que “cierta” inflación es beneficiosa para el nivel de actividad.

Sin embargo, pasado determinado umbral, la inflación es destructiva para el nivel de actividad.

Esto por diversas vías: la dificultad para hacer cálculo económico traba inversiones y empleos; la suba de costos afecta la competitividad y eso repercute en todas las actividades que tienen relación con el mercado mundial, desde las economías regionales (frutas, vinos, olivos, porotos, te), hasta la industria, el turismo, los servicios informáticos, y por supuesto la actividad agropecuaria.

Además, en los momentos en que aumenta la incertidumbre sobre la evolución de los precios y del tipo de cambio, la oferta directamente pierde incentivos para vender sus inventarios, lo que genera escasez y…enviones adicionales a la inflación.

El desabastecimiento también es inducido por las restricciones a importar, cada vez más severas según todas las fuentes.

Cuando la inflación se combina con desaceleración del nivel de actividad, los primeros que sufren son los trabajadores informales, que no pueden lograr que sus remuneraciones se actualicen al ritmo de los precios. Los formales, por su parte, si bien logran “empatarle” a la inflación, se enfrentan a otros motivos de disgusto, como la falta de opciones para ahorrar (por el cepo al dólar) y consumir (por las trabas a las importaciones).

Más allá de estas percepciones, los “fríos números” de la economía marcan que el fuerte aumento del consumo detectado por las cuentas nacionales sólo puede ser explicado por el uso de ahorros preexistentes (los dólares del “colchón”). Pero este mecanismo es autodestructivo, porque requiere de una brecha cambiaria elevada que es la que hace atractivo vender billetes. Y el efecto colateral de la ampliación de la brecha es la merma en la oferta de dólares al Banco Central.

Esto lleva a la pérdida sostenida de reservas, el principal problema pensando en 2015.

Ahora bien, si la oposición asume que para ese momento estará al mando, ¿por dónde pasan sus incentivos?. Sin dudas, si cree que hay que hacer correcciones, le conviene que ocurran dentro del actual mandato. Desde el Congreso, podría intentar “marcar la cancha” del Ejecutivo, limitando la emisión monetaria o el uso de reservas. Sin embargo, este tipo de posturas podrían ser interpretadas como “pro-ajuste”, ofreciendo un flanco débil frente a una parte del electorado.

En realidad, por lo menos una parte de la oposición está yendo en la dirección contraria, con propuestas fiscales atractivas para el votante pero con efecto negativo sobre el Tesoro: la recaudación por renta financiera compensa sólo una fracción de la eventual suba del mínimo no imponible de Ganancias y, además, tendría impacto alcista sobre las tasas de interés.

El oficialismo no habrá de quedarse atrás, y seguramente buscará recuperar el favoritismo electoral sacrificando recursos fiscales.

Los “fríos números” dicen que no hay forma genuina de financiar tantos propósitos (salvo que se recorte en serio el gasto improductivo).

Desde junio los precios al consumidor suben entre el 2 y el 3 % mensual, según mediciones alternativas.

No debería sorprender. En lo que va de 2013 la emisión monetaria a favor del sector público suma 19,7 mil millones de pesos, un 58,9 % más que en igual período de 2012.

El Banco Central acelera cada vez más el ritmo de devaluación del peso en el segmento oficial, pero los costos internos de las empresas también parecen empinar su recorrido alcista y el resultado neto es dudoso en términos de competitividad.

Si estos mecanismos no alcanzaran, antes de recurrir a un salto devaluatorio el gobierno preferirá alguna forma de desdoblamiento cambiario, con el turismo en el centro de la mira.

Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea.